sábado, 7 de noviembre de 2015

Punto y aparte. Hoy reí, lloré, creí, soñé… Hoy viví…

 
 
Despertamos cada día, y ¿sentimos?, ¿pensamos?, ¿soñamos?, ¿o simplemente abrimos los ojos a un nuevo día y esperamos ver que trae, esperamos ver que nos regala o quizás despertamos y nos dejamos llevar?.
 
Hoy desperté, y sentí esa luz que te dice que aún sigues aquí, esa que te dice que tienes un nuevo día, y que ese día comienza lleno de luz. Agradecí, sonreí, miré a mi alrededor, y luego comenzó la rutina, comer, bañarme, ordenar, planificar, vestirme, pensar, existir.
 
Pero muchos agregan una acción adicional a su día, “buscar”. Si, buscar. Y es que todo gira alrededor de esa búsqueda eterna, por ese algo que nos haga felices, por esa razón absoluta que necesitamos para saber que estamos aquí por una razón, y que esa razón la debemos buscar.
 
¿Pero qué buscamos que no tengamos?, ¿realmente no lo tenemos?, ¿o no lo vemos?.  Creo que lo tenemos desde que nacemos, pero no lo entendemos, y no lo entendemos porque no vemos dentro de nosotros mismos, no nos observamos, no nos escuchamos, no nos conocemos, no nos sentimos.
 
Caminamos por la calle y observamos, cada rostro, cada gesto, cada movimiento de quien imaginamos pudo haber encontrado ese motivo para ser feliz, y suponemos mil cosas que podrían ser pero que no tenemos certeza, y en ese “observar” nos perdemos el “ser”.
 
Una vez leí que todos tenemos una segunda mente, una que prevalece ante el consciente del aquí y del ahora, para llevarnos a un punto donde dejamos de ser, simplemente para pensar, y es en ese pensamiento donde nos perdemos de lo más importante que tenemos en la vida, el ahora.
 
Ese ahora es el que nos pertenece, el que no se busca, con el que nacemos, el que nos permite ser felices, el que nos permite reír, llorar, creer, soñar, para darnos cuenta que simplemente podemos “vivir.”

sábado, 31 de octubre de 2015

En compañía...


¿Uhmm que pasa? No me termino de despertar y alguien juega con mis mejillas, pero no sé quién es. No veo nada, mi cama se mueve y siento que doy pequeños brincos, pero no logro ver. ¡Ay caramba, que forma de despertarme! No logro ver, se mueve muy rápido, trato de seguir sus movimientos con mi mirada, pero es poco lo que puedo moverme.

¡Ups!, se ha detenido enfrente de mí, la veo y me mira, se sonríe y me hace muchas señas que no entiendo. ¿Quién es ella? ¡Oh, que besos!, jaja no sé por qué me causa tanta risa sus gestos y sus movimientos. Al parecer tiene mucha energía porque no deja de brincar, y yo tampoco, pero no me molesta.

Que tierna es, me hacen cosquillas sus caricias y sus besos juguetones. Aun no puedo distinguir su edad, pero parece doblarme en tamaño, lo cual le permite moverse más rápido que yo.

Tiene rizos y ojos negros, y su piel es muy blanca y suave. Ahora me observa y ha dejado de moverse, solo me acaricia mientras sigue sonriendo, pero ahora es diferente, me mira diferente, es como si pensara en algo mientras lo hace. Se acuesta a mi lado mientras peina mi cabello con sus manos y me habla, y dice mi nombre es voz alta, ¡me conoce, rizos negros me conoce!.

Alguien entra, sí, es ella, se acerca y me toma en sus brazos y se sienta junto a rizos. Ahora ambas me acarician en silencio, y yo con un gran esfuerzo trato de moverme y alargar mis pequeños brazos, cuando de repente, ¡si!, ¡puedo, puedo, por fin! las puedo acariciar. ¡Wuao!, qué momento tan mágico, ahora si entiendo sus miradas cuando me acarician, porque ahora que puedo tocarlas, lo único que siento es un ternura infinita, que hace que ese instante se vuelva inolvidable.

domingo, 18 de octubre de 2015

Comienzo...


He despertado hoy en un lugar diferente, con un aroma que penetra mis sentidos y que de alguna forma me hace sentir confortable. Abro mis ojos y ahí esta ella, justo frente a mí.

Veo a mi alrededor, las luces han cambiado, ya no son blancas y frías, estas son de un amarillo tenue que desprenden calidez, esa que nos hace sentir la tranquilidad que siempre buscamos, esa que nos hace sentir en el único lugar donde convergen las energías de todo lo que somos y lo que tenemos… ese lugar que llamamos vida.

Al parecer estoy en el sitio más estratégico para observarla, ella se mueve de un lado al otro, y de a ratos me llegan olores tan agradables, que me hacen cerrar los ojos para disfrutarlos. La nevera se abre y se cierra con la rapidez con la que ella toma cada cosa, corre a lavarlas, cortarlas y sazonarlas.

Yo solo sonrío, la observo y la disfruto. Ella frecuentemente voltea y me mira, me sonríe y mientras lo hace sus ojos brillan tanto como los míos.

Por ahora sólo debo conformarme con los exquisitos olores que salen de sus manos, ya que en las mías, simplemente hay una especie de recipiente, que al parecer es capaz de medir lo único disponible para mi consumo.

Al terminar, y con una dulzura infinita, toma con sus manos este equipo sofisticado de cuatro ruedas desde donde la observo, y besa, me acaricia, me toma por las mejillas haciendo caer mi recipiente, y me vuelve a besar y a besar y a besar, y yo simplemente disfruto y atesoro ese momento, como uno de los tantos momentos que no sólo dejaron una huella en todos mis sentidos, sino también en mi corazón.

lunes, 7 de septiembre de 2015

¡Nos encontramos!

 
Aquí se siente caliente y cómodo, parece que estoy en compañía, son muchos,  y al igual que yo, parecieran buscar a alguien, haciendo del llanto su mejor herramienta.

Alguien se acerca, y es la misma mujer que amablemente me tomó en sus brazos minutos antes para traerme hasta aquí. Me sonríe mientras vuelve a tomarme en sus brazos, me arrulla y murmura algo que no entiendo, pero por su cara y sus gestos, creo provocarle cierta ternura.

Caminamos un largo pasillo, con luces blancas pero incandescentes, a las que aún no me acostumbro. Decir “caminamos” es un sentido figurativo de lo que realmente hubiese querido hacer para ir en busca de ella.

Al llegar a la puerta mi corazón comenzaba a latir aceleradamente, no entendía por qué, si aquella mujer me arrullaba en sus brazos de una forma tan acogedora.  Se abre la puerta, la mujer de blanco camina y al detenerse, me baja lentamente y me acuesta, sobre… no es una cama… es ella.

Siento su calor, su olor, sus latidos… por fin, por fin puedo verla, Dios! puedo verla, es ella! es ella!. Qué mirada tan dulce, pareciera estar viéndome en un espejo, porque mi reflejo en sus ojos llenos de lágrimas, sólo me hacen sentir una cosa… el más puro y sincero amor.

No puedo hablar, solo respiro y siento sus besos tan calientes y tiernos, que quisiera quedarme todo el tiempo posible a su lado. No puedo tocarla, pero puedo sentirla… puede sentirme… y con solo una mi mirada, ya ella entiende que para mí ese momento… será eterno!.

sábado, 9 de mayo de 2015

¿Dónde estoy?



Está oscuro, pero no tengo miedo. Escucho un eco a lo lejos, pero no logro descifrarlo, es confuso…

Siento cansancio, pero… ¡me siento bien! Es raro, a pesar de todo me han dado un espacio para moverme, pero no lo hago mucho… no quiero incomodar.
Cuando llegué, aún tenía un vacío interminable, pero alguien me susurró… aunque no lo vi. Lo sentí cerca, me entregó algo, pero entendí que era un préstamo… fue cuando desperté, y ya era yo.

… Ahora escucho un poco mejor, parece la voz de una mujer. ¿Cómo lo sé? Porque es dulce, suave como la seda, me penetra los sentidos… a veces la siento sollozar, se tranquiliza, me acaricia y se calma.
Me habla, me canta, y siento que nada más existe. Es una sensación de ternura que no sé explicar. Quisiera tocarla, pero no puedo. Y cuando trato, ella se queja, así que me aquieto, y espero.

Ha pasado el tiempo y sigo aquí. Pero la sensación de tener que dejar todo esto, cada día me impacienta más; a veces me atormenta, pero a ella no parece molestarle.
De a ratos se acerca un hombre, reconozco su voz, es gruesa, muy afable, y me hace sentir mucha seguridad. Pero sigo sin poder ver.

… ¡Todo esto me está matando!... pero no es así… es otra cosa. ¿Pero qué? No entiendo nada… ¿alguien me puede explicar que pasa? ¿Qué le hacen a ella? ¡Cielos! Ella no se mueve, no la siento, pero hay mucho movimiento.
Otra vez un hombre, pero no es el mismo, la voz cambió. Lo escucho más cerca y hay mucho ruido… ¡Oh! ¿Qué? Pero… está destrozando mi espacio. ¡No puede ser! Siento sus manos, y ella no hace nada… sigue dormida… pero, hay otra mujer. ¡Dios, mis ojos! no puedo respirar… ¡un momento!, no es así, ahora respiro. ¡Ouch! ¿Pero qué le pasa? Me golpea, una y otra vez… pero… quiero llorar y no puedo. Me golpea de nuevo, mi piel enrojece. Ahora sí, ¡me escucho, soy yo! ¡Pero, esperen! ¿Dónde está ella?...